lunes, 10 de noviembre de 2014

Nuestro encuentro con la ciudad de Bangkok

Hoy nos hemos metido de lleno en esta enorme, sorprendente y caotica ciudad de seis millones de habitantes (15 millones en toda su area metropolitana). Ayer, despues de soportar, como unos valientes diria yo, mas de 12 horas en aquellas espectaculares salas de multicine volantes, llegamos a la capital del antiguo reino de sian y... ¡¡triunfamos!!, porque, a pesar de lo mal que escriben aqui y lo muy poco de ingles que sabemos, ellos y nosostros, conseguimos regatear y contratar un taxi en el aeropuerto y despues de aposentarnos en el que sera nuestro hogar hasta el dia 4, tambien fuimos capaces de visitar el centrico y popular parque Lunphini con sus lagos y sus lagartos acuaticos, sus multiples corredores de fondo y sus grandes grupos de gimnasia a ritmo de musica.




 Todo este recorrido lo hicimos rebozados en un sudor acuoso y ligero como el agua fontvella provocado por una temperatura y una humedad inhumanas. Despues decidimos aprender como movernos en transporte publico y de paso poder darle un poco de descanso a nuestro pies y a nuestro sistema de transpiracion: nos fuimos a coger el refrigerado metro que nos llevaria hasta el hotel despues de pelearnos con unas cuantas maquinas que se resistian a darnos los tikets correspondientes. Eso fue ayer. Hoy hemos hecho nuestro primer desayuno bufet(¡te pones como el Quico!) y nos hemos ido hacia Chinatown, pero hemos tardado mucho en llegar porque por el camino nos hemos tropezado con unos cuantos templos preciosos y alguno enorme. A la entrada siempre te has de descalzar y dentro siempre hay alguien orando. Muchos devotos llevan ofrendas que se compran en los alrededores o en el mismo patio del templo. Hay quien se debe gastar una pasta. Esto se aprecia por el gran tamaño y el lujo de algunas de las ofrendas que ademas son muy variadas: flores, telas, frutas y comida de todo tipo, ... Y por supuesto velas y varitas de incienso a montones. En uno de esos grandes templos que ademas lo tenemos a pocas decenas de metros del hotel, hemos visto como convivian varios cebus estabulados con numerosos gatos, bien alimentados con su plato de arroz, que deambulaban o dormitaban con total normalidad. En Chinatown recorrimos varias de sus calles mas comerciales. Caminar por ellas era casi imposible. Estrechas aceras llenas de puestecillos de comida o de empleados de los comercios moviendo y empaquetando mercancia y las calzadas repletas de motos, coches, sidecares,... y, aveces en ambos sentidos. El ruido de los motores, el bullicio de los vendedores, el desagradable olor a gasolina, el humo, la polucion y el calor humedo y pesado nos hizo salir por piernas a buscar un poco de aire al rio coger un barco bus que nos llevara a un lugar mas confortable donde poder comer. La tarde fue mas llevadera y nos dio tiempo a descansar para poder recorrer con ciertas ganas el mercado nocturno de Lampon? que lo tenemos nada mas salir del hotel. Ahi, ademas de muchas tiendas de todo tipo y muchos puestecillos callejeros de comida, pudimos enterarnos de que era el "ping pong show" que lo explicaremos en otra ocasion. Escrito en Bangkok a 30 de noviembre de 2014 y publicado junto al Uluru con demasiados dias de retraso y en un teclado sin acentos ni enye.

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