Llegó el 28 y nos pusimos en ruta. Acompañados por Elsa llegamos al aeropuerto. Tarde y noche de
vuelo, parada en Dubai y, a las 12:30
del 29, por fin en Bangkog con 6 horas de adelanto respecto a nuestro punto de
origen. El cansancio se reflejaba en los cuerpos, pero activados con la llegada
lo olvidamos y, poco a poco, pudimos pasar el engorro del papeleo, recuperar maletas y el desplazarnos al hotel.
Tráfico intenso,
lluvia torrencial y, cuando el temporal
amainaba , llegada al destino y la correspondiente ducha. Eran cerca de
las 14:00 h. cuando todo había concluido y nos disponíamos a
comer.
Repuestos de fuerzas, empezamos a callejear; nos dirigimos
al parque Lumphini, nombre del lugar donde nació Buda, y una gran
zona verde en el corazón de la ciudad ... Abundante vegetación, un extenso
lago y gran cantidad de senderos que recobraban vida a medida que
pasaba la tarde: mucha gente practicando deporte y
cientos de tailandeses bailando en grupo al ritmo de la música e de
varios instructores de fitness. Mucho
movimiento y un gran bullicio que de repente se paralizó cuando sonó el himno del país.
Una tarde tranquila para
nosotros y un primer contacto con la
ciudad en el pudimos observar el apego, asumido o forzado, del thailandés a su tradición y confirmar algunos
de los tópicos preestablecidos: una
ciudad cosmopolita, bulliciosa y caótica.
Un denso tráfico, calles invadidas
por coches y motos, que apenas dejaba resquicio a las personas para las que, el simple hecho
de cruzarlas, se convierte en una verdadera
aventura.
Bangkok, 30/10/14
TEO
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