viernes, 12 de diciembre de 2014

Desde Wellington.


Pasado ya el ecuador de nuestro viaje nos gustaría poder actualizar  el blogg para que, como os decíamos en una de nuestras primeras entradas,  poderlo compartir con vosotros desde este espacio virtual.
Llevamos dos días en Wellington y desde aquí, aunque  aún quedan algunas lagunas  por completar, (que se irán añadiendo, cuando buenamente se pueda),  me dispongo a escribir unas palabras desde este significativo lugar donde, si  hiciésemos un hipotético taladro en nuestra esfera terrestre, conectaríamos con la ciudad de Barcelona.





Sí, desde “las antípodas” al 100%,  con 12 horas de diferencia, (dormimos cuando vosotros deambuláis y  nos disponemos a iniciar el verano cuando ahí os aproximáis al invierno), compartimos nuestra información. Bueno,  aparte de esas pequeñas curiosidades y de otras muchas diferencias, (hemos de conducir por la izquierda, comer a deshora etc.) hay muchas otras cosas que no cambian para nada;  como viajeros hemos de soportar  todas las inclemencias del tiempo, hacer y deshacer maletas a cada  instante, solventar imprevistos, hacernos entender sin dominar la lengua, estar alerta y no bajar la guardia para evitar ser víctima del ”espabilado de turno” que pícaramente quiera sacar partido de nuestra posición de “turistas”;  de todo esto y de algo más… de momento, con más o menos dificultad, vamos saliendo a flote y nos vamos defendiendo como “gatos panza arriba”.
Repasando un poco la información, os puedo decir que es una ciudad, como la mayoría  de las de estas latitudes, relativamente joven, ya que hasta  1.840 no llegan los primeros colonos, aunque en pocos años se convirtió en la capital del país y, como tal, centro financiero y político. Emplazada en el extremo sureste de la isla Norte, es conocida como “Wind-Welington” por la frecuencia con que es golpeada por fuertes ráfagas de viento y lluvia debido a su situación geográfica en la confluencia del estrecho de  Cook  y la bahía de Port Nicholson donde pocas veces cesan las corrientes de aire.  Por este motivo, y es algo que hemos experimentado en el corto espacio de nuestra estancia, el chubasquero o anorak  y el paraguas, son piezas indispensables.

En cuanto al atractivo de esta ciudad os diré que, aunque nuestras expectativas eran muy sobrias, tiene su encanto y me ha resultado atractiva. Al  no ser muy grande  (360 mil habitantes) y estar ubicados en pleno centro, nos ha resultado  fácil orientarnos  y desplazarnos por ella. Como viajeros, hemos callejeado y pateado de arriba abajo algunas de sus rincones más emblemáticos  (Civic Square, Lambton Quay, Willis St, Maners St, Cuba St, zona marítima, Botànic Garden etc..) Como turistas hemos visitado también, edificios, galerías, Iglesias   y el “Museum of New Zeland Te Papa Tongarewa” que es el más representativo de la ciudad, muy interesante, completo e interactivo  y  que, además,  es gratuito.
Nuestro breve  paso por esta ciudad, después de varios días de ruta desde Auckland ha supuesto un pequeño relax  para recuperar energía, reponer fuerzas y  reorganizar la ruta que de nuevo retomamos mañana  con un nuevo desplazamiento, esta vez en Ferry, hacia la isla sur. Pernoctaremos en Picton y desde allí, en coche de nuevo reiniciaremos el recorrido en dirección Sur para pasar la noche de navidad en Dunedín y terminar el Chistchurch a finales de Diciembre.
Wellington,  9/12/14
Teo

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