Como es fácil suponer, nos hemos quedado cortos.
Sydney es una ciudad enorme y preciosa y quizás el visitante no se debería
conformar con menos de una semana para disfrutarla mínimamente. Tiene verdes y
tranquilos parques como el Royal Botanic Gardens o Hyde Park, barrios peculiares como The Rocks o Kings Cross o Chinatown, edificios y construciones emblemáticas como la Opera
House o el Harbour Bridge o el Queen Victoria y,por supuesto ,
espacios de bullicio y gran actividad turística como Circular Quay o Darling
Harbour.
Afortunadamente nuestro hotel estaba muy cerca de
todos ellos y como mucho, cuando no teníamos ganas de caminar, con un par de
paradas de tren-metro o algunas más de autobús llegábamos a los más alejados. De
todos hemos disfrutado y de todos nos
llevamos muchos gratos recuerdos y muchas más fotos.
Aunque la
llegada fue bastante durilla,
poco a poco nos fuimos reponiendo. Habíamos dormido muy poco y estábamos
realmente hechos polvo. No me extraña nada, pues con el trasiego de usos
horarios que nos traíamos, el Jet Lag no nos dejaba tranquilos y revolvía
nuestros vientres, ralentizaba nuestras mentes y dificultaba nuestros
movimientos. En definitiva, necesitábamos una buena cama, pero aún teníamos que pasar por la aduana (una de las más estrictas que hay), coger un
taxi y conseguir que nos hicieran el check-in en el hotel lo antes posible.
Todo fue muy bien, el taxista, incluso
nos rebajó el precio del taxímetro de 74 AUD a 50 AUD porque habíamos encontrado
mucho tráfico y en el hotel, en contra de lo usual, nos dieron las habitaciones
enseguida y pudimos dormitar un par de horas
y prepararnos la comida en el apartamento. Por la tarde, aún bastante
maltrechos, nos fuimos a dar un paseo por las cercanías la Catedral de Sant Andrews, el Town Hall y las galerías The
Queen Victoria. Después cena ligerita, partida para coger el sueño y a la
cama, que al día siguiente teníamos que patear mucho y solucionar una serie de
cuestiones como el cambio de dinero, compra de tarjeta para los transportes,
etc
Eso fue lo que hicimos después de levantarnos con más
legañas que un niño chico resfriado.
Hicimos el recorrido más o menos previsto por The Rocks, Circular Quay,...usando
sobre todo los pies, pero también el autobús 555 que es gratis.
Al día siguiente, viernes, nos dirigimos bien temprano
en tren hacia las Blues Montains.
Pienso nos habíamos creado muchas espectativas y el resultado final no fue para
tanto. A mi personalmente me pareciò una excursión interesante, sin pasarse. Un
paseo, primero, por una serie de caminitos y pasarelas de madera bajo los eucaliptos por la parte alta de los
acantilados que descienden hacia la tupida alfombra verde que cubre el valle.
Después hemos disfrutado de las tres actividades más turísticas, todas ellas a
las afueras del pueblo de Katoomba:
el Skyway, cabina con suelo de
cristal que cruza el valle a unos 270 metros de altura; el Railway, tren de las antiguas minas que desciende hasta el valle
con un desnivel de vértigo, cercano a la vertical, y el Cableway que nos subió 545 metros en un santiamén desde el valle de
Jamison. Como su propio nombre indica, todas ellas muy "guay".
Terminamos la visita al parque en el punto más emblemático, el Echo Point,
lugar de donde casi se tocan las famosas y muy fotografiadas Tres Hernanas que son tres torres
naturales de roca esculpidas por la erosión y que tienen leyenda aborigen
propia. En realidad las Three Sisters
nos habían ido apareciendo desde muy diversos puntos de vista y ya las teníamos con toda seguridad en más de una
docena de fotos, pero somos turistas y hay que seguir las normas ovinas del
gremio. De todos modos esta vez valió la pena, vimos algo distinto y además
pudimos coger el autobús que nos debía llevar al centro de Katoomba a hacer algo que nuestro estómago llevaba tiempo
demandando. Comimos en un bar-restaurante donde nos sirvió un camarero que nos
dijo, medio en espańol, lo mucho que le había gustado Granada y las tapas de
Sevilla; y sin perder mucho tiempo nos volvimos en el tren pagado con nuestra
tarjeta OPAL.
El sábado ya empezaba la cuenta atrás y faltaban lugares
que ver como King Cros o los muelles del Woolloomoolloo
y el domingo fue para recrearnos en las terrazas de Darling Harbour y algunas cosillas más que me dejo en el tintero
porque me están esperando para cenar y eso es màs importante.
Ramón.
1 comentario:
"el Jet Lag no nos dejaba tranquilos y revolvía nuestros vientres, ralentizaba nuestras mentes y dificultaba nuestros movimientos.". Joder Ramón, como se os ocurrio entablar amistat con ese Jet Lag, es chino?. Es mosqueante eso de la tarjeta OPAL (Opaca Para Actos Lujuriosos), despues de lo de Bankia, id al tanto cuando volvais que por menos empuran al personal.
Petons Xavi
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